Un hombre malo puede ganar muchas victorias, pero sufrirá en última instancia, la peor de todas las derrotas; la condenación eterna de su alma.
El justo sufra muchos reveses y derrotas, pero en última instancia, va a ganar el más grande de todas las victorias; la ciudadanía eterna y eterna en el Reino de los Cielos.
Cuando un hombre malvado muere, ¿sirve de su fama y la fortuna mal habida lo hacen entonces? Se perderá todo para siempre.
El justo establece para sí tesoros en el cielo y voluntariamente abandona toda ganancia terrenal.
Por eso, cuando el justo muere pierde nada sino que hereda su eterna recompensa celestial.
Un hombre malvado recibe la alabanza de los hombres todos los días de su corta vida, pero cuando muere va a perder todo.
Un hombre justo es alabado por Dios antes de los ángeles del cielo,
recibiendo poco o ningún honor de los hombres, mientras que aún vive en
esta tierra.
Hermanos, el honor que viene de Dios es para siempre.